Eva tenía 4 años recién cumplidos cuando una serie de presuntas negligencias médicas nos la arrebataron. Decimos presuntas porque existe, pendiente de resolución judicial, una querella criminal por homicidio contra dos pediatras de La Coruña, que trabajan en el Hospital Modelo y tienen también sus propias consultas: el Dr. Julio González Yebra-Pimentel y la Dra. Mª del Carmen García Cabanas.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Querella admitida a trámite

Admitida a trámite Querella contra dos pediatras del Hospital Modelo (A Coruña) por presunto homicidio imprudente de una niña de 4 años.

El pasado 29 de Marzo de 2010, la niña de 4 años, Eva V. P., ingresa en el Hospital Modelo de A Coruña para ser intervenida de una sencilla operación de extracción de amígdalas y vegetaciones, la cual se lleva a cabo sin complicaciones de ningún tipo y con total normalidad.

Tras ser intervenida, cuando a última hora de la mañana suben a la habitación a la niña, ésta viene consciente e incluso habla con los padres.

Sin embargo, a medida que van pasando las horas, a lo largo de la tarde, observamos que en lugar de ir mejorando, la niña empieza a sentirse cada vez más molesta, somnolienta y apenas habla. Vomita en ocasiones, no habla con los padres, no contesta a preguntas, se le ven las pupilas muy dilatadas y cada vez más adormilada, abriendo los ojos únicamente para quejarse, pero sin hablar. El médico acude a media tarde, y considera los síntomas como normales tras una intervención de este tipo, por lo que nos comunican que no hay motivos para preocuparse.

Tras la visita del doctor, la situación en la que Eva se encuentra se agrava preocupantemente al iniciar pequeños espasmos, los cuales cada vez se intensifican más y en intervalos de tiempo cada vez menores. Nuevamente los padres piden a la enfermera que acuda a la habitación y, tras observarla, les dice que no deben preocuparnos, que la niña está cansada y en cuanto duerma un poco empezará a sentirse mejor. Desgraciadamente esto no fue así, pues a los pocos minutos la niña sufrió una grave convulsión con rigidez absoluta en su cuerpo y ojos en blanco. A gritos, los padres piden ayuda y acude la enfermera que da aviso a los médicos de urgencias quienes rápidamente se presentan en la habitación para estabilizar a la niña. Ante la gravedad de la niña, se llama al pediatra que está de guardia esa noche, el Dr. J. G. Y. que detecta una importante y llamativa bajada del nivel de sodio (hiponatremia) en sangre, lo que evidencia una grave hiponatremia.

A las cinco de la mañana del día 30, la niña vuelve a sufrir una nueva convulsión, que si bien los padres no se la comunican, a pesar de estar visitando a la niña en la UCI cada poco tiempo, sí avisan telefónicamente al Dr. P., quien, inexplicablemente, no acude a ver a la niña y se remite al tratamiento pautado a las diez de la noche.

Esto es totalmente inaceptable, pues si la pequeña lleva con un tratamiento administrado durante siete horas y se repite la convulsión, resulta evidente que el tratamiento no está surtiendo el efecto buscado y que deberían, bien hacerle más pruebas, bien modificar o aumentar algunos de los medicamentos pautados, o bien ordenar su traslado a otro hospital más especializado. Cualquier cosa, menos mantener sin alteraciones la actuación médica ordenada y que nada está haciendo para recuperar a la niña.

A las diez de la mañana del día 30, inicia su turno la Pediatra C. G. C., quien se hace cargo de la niña, sin conseguir revertir la hiponatremia severa que la niña padece desde hace más de doce horas. Será más adelante cuando la Dra. C. procede a realizar un importante y drástico cambio en el tratamiento, modificando el suero que se le está aportando y aumentando de forma considerable y evidente el aporte de sodio a la niña. En cualquier caso, resultó ser demasiado tarde, pues cuando se le realiza, en la tarde del día 30, un TAC para observar si hay daños en su cerebro, los cuales pueden producirse como consecuencia de la hiponatremia, el informe anuncia un severo edema, que finalmente ocasionará la muerte cerebral de nuestra niña. A la vista del TAC, la Dra.C. ordena el traslado de Eva al Hospital Materno Infantil, donde le realizan pruebas más exhaustivas que evidencian, definitivamente, la muerte cerebral de la niña.

El doctor encargado del tratamiento de la niña recibe una llamada telefónica de madrugada informándole una enfermera de que la niña ha vuelto a convulsionar (síntoma de extrema gravedad) y ni va a verla ni modifica el tratamiento. El abogado de la familia, Cipriano Castreje Martínez de los Servicios Jurídicos de la Asociación del Defensor del Paciente califica estos hechos como posible homicidio imprudente, que llevan aparejadas penas de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la profesión de hasta 6 años.

Ahora el Juzgado de Instrucción número 2 de A Coruña, ha admitido a trámite la querella contra los dos pediatras.

Los padres de la menor están en disposición de atender a los medios de comunicación.

La defensa del caso está siendo tramitada por el Letrado D. Cipriano Castreje Martínez, especialista en derecho sanitario y adscrito a los Servicios Jurídicos de El Defensor del Paciente.

DEFENSOR del PACIENTE

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